la vida de un perfume

Solemos clasificar al consumidor de perfumes en dos grandes categorías:

Por un lado, el que busca una fragancia que lo represente y lo defina. Este tipo de consumidor, una vez ha encontrado “el perfume”, ese es suyo para siempre y se convierte en un fiel consumidor (a veces incluso aunque la composición sufra variaciones por parte del formulador).

Por otro lado, encontramos al que es menos fiel a un solo acorde olfativo y que prefiere cambiar de fragancia por múltiples variables: dependiendo de la época del año, del estado de ánimo e incluso del propósito o del lugar. En este caso, la fidelidad que muestra la primera categoría se pierde al ir combinando distintos tipos de perfume según convenga.

En cualquier caso, existe un punto en común entre ambos perfiles. Los dos quieren que su perfume o sus perfumes huelan igual y mantengan la misma calidad durante el tiempo en el que los vayan usando.

 

Los principales enemigos de cualquier producto de perfume son la luz solar, el contacto con el oxígeno, el calor, la humedad y los cambios bruscos de temperatura del ambiente. Por ello, se aconseja mantenerlo en un lugar oscuro y fresco, lejos de fuentes de luz, de calor y de humedad; de manera que conservarlo en su embalaje para su conservación, es la mejor opción. ¿Hasta qué punto la inversión en el diseño de la botella se contrapone con la preferencia de mantenerla en su propia caja para que dure más en unas condiciones óptimas?

De todos los enemigos mencionados, el peor es el aire, pues favorece la oxidación de las moléculas de la fragancia. Esta alteración puede manifestarse tanto a nivel olfativo como en la variación del color e incluso de la textura. Es entonces cuando aparecen los olores no aconsejables y desagradables, puede oler a agrio e incluso ácido con toques metálicos.

También es importante tener en cuenta la degradación del envase. Por ello, casi siempre se comercializan en envases de cristal, ya que es un material mucho más resistente que la segunda opción presente en el mercado: el plástico. Este suele dar transferencia del olor a la fragancia, por lo que se convierte en una opción poco recomendable.

 

Entonces, ¿cuánto tiempo nos puede durar el perfume que hemos comprado?

Aunque no está estandarizado, la mayoría de los fabricantes recomiendan una vida útil de unos tres años desde la compra y apertura del envase. Pero también existen distintas variables en cada perfume que puede alterar esta proyección. La estructura o familia olfativa de la fragancia, así como su composición en alcohol, puede hacer que duren más o menos tiempo. También, algunas notas son más estables y otras son más propensas a sufrir variaciones.

Por lo tanto, lo que está en las manos de cada consumidor es el cómo vamos a conservar el perfume una vez lo adquirimos. Conservarlo
adecuadamente es clave para alargar su vida útil, porque al ser un producto vivo, en constante evolución y que no dura eternamente, es fundamental la manera en que se mantenga y se proteja de todo lo que le rodea.

Por último, en cuanto a la aplicación del perfume, un consejo para que su olor se mantenga más tiempo cuando lo usemos: aplicar previamente una crema hidratante neutra y después, sobre esa piel ya hidratada, aplicar el perfume. De esta manera, se consigue mantener la presencia y la evaporación es más lenta.

Esperamos que toda esta información os pueda resultar útil para disfrutar de vuestras fragancias favoritas o, como nos gusta llamarlo a nosotros, de las ilusiones embotelladas. 

 

 

 

Elvira Maza – Departamento Técnico e I+D+I

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